El metano, en el punto de mira, tras lograr el compromiso de eliminar el CO2
Tras lograr el compromiso de eliminar el CO2, países e industrias ponen en el punto de mira al metano, procedente del sector del petróleo y el gas, fundamentalmente, y otro de los principales causantes de los gases de efecto invernadero.
El 40% de las emisiones de metano de la industria fósil se podrían haber evitado en 2023. Las emisiones globales de metano procedente de la industria de los combustibles fósiles se mantuvieron en niveles récord en 2023. “Sin ningún motivo”, según la Agencia Internacional de Energía, porque existen soluciones y son asequibles, incluida la reparación de fugas. De este modo se podría haber evitado el 40% de estas emisiones, sin coste neto, afirma.
Si a menudo -y con razón- asociamos el calentamiento global con las emisiones de CO2, no debemos olvidar también las emisiones de metano. Segundo gas de efecto invernadero relacionado con la actividad humana trass el dióxido de carbono, su efecto de calentamiento es sin embargo 28 veces mayor que el del CO2 en un horizonte de 100 años (y 80 veces en 20 años).
Sin embargo, es un gas muy común que existe de forma natural en la Tierra. El 40% del metano -de los 580 millones de toneladas emitidas cada año- proviene de fuentes naturales, pero la mayoría (alrededor del 60% de las emisiones) es atribuible a actividades humanas. Entre ellas, la producción de energía ligada a escapes en pozos de petróleo, plantas de procesamiento de gas, oleoductos y el carbón. Estos sectores «produjeron alrededor de 120 millones de toneladas de emisiones de metano en 2023, un ligero aumento en comparación con 2022», estima la Agencia Internacional de Energía (AIE) en la versión 2024 de su «Global Methan Tracker». “Otros diez millones de toneladas” provienen de la “bioenergía”, como la leña quemada para cocinar.
Actuar prioritariamente sobre la fugas
Lo que también denuncia la AIE es que «no hay ninguna razón para que estas emisiones sigan siendo tan elevadas», según Tim Gould, economista jefe de la institución. En 2023, “alrededor del 40% podría haberse evitado sin coste neto”, siendo el valor del metano capturado y comercializado mayor que los gastos para tapar las fugas, explica la agencia. Reducir las emisiones en un 75% costaría “alrededor de 170.000 millones de dólares, o menos del 5% de los ingresos de la industria de los combustibles fósiles en 2023”, añade.
Para ello, una de las formas es poner fin a la frecuente liberación deliberada de metano durante el mantenimiento planificado de los gasoductos. Y, sobre todo, reparar fugas en las infraestructuras energéticas. “Algunos países, en particular Noruega, han demostrado que es posible extraer y suministrar gas con niveles mínimos de fugas”, afirmó en noviembre pasado William Gillett, director del programa de energía del Consejo Científico de las Academias de Ciencias Europeas (Easac ). Según él, “estas buenas prácticas deben adoptarse más ampliamente”.
El metano, en el punto de mira porque lo cierto es que las grandes fugas «detectadas por satélite han aumentado más del 50 % con respecto a 2022», lo que representa cinco millones de toneladas adicionales, indicó Christophe McGlade, experto en energía de la AIE. Uno de ellos, masivo, en Kazajstán, duró alrededor de 200 días. La AIE, sin embargo, se alegra de poder contar con “un número cada vez mayor de satélites de última generación que vigilan las fugas de metano, como el MethaneSAT”, lanzado con éxito a principios de marzo por un cohete SpaceX y controlado desde Nueva Zelanda.
El metano, en el punto de mira
A pesar de todo, la AIE sigue siendo optimista. Las importantes políticas y regulaciones anunciadas en los últimos meses, así como los nuevos compromisos asumidos en la cumbre climática COP28 en Dubai, pronto pueden causar su declive”, escribe la institución, que se ha convertido en un actor clave en la transición energética.
Durante la última conferencia sobre el clima, 52 empresas de petróleo y gas se comprometieron a alcanzar “metano casi nulo” en sus operaciones para 2030. Pero sin comprometerse con su huella de carbono para la gran mayoría, esto lleva a los expertos y a las ONG a decir que se trata de un compromiso muy débil.. Además, más de 150 países también se han sumado a la iniciativa “Global METANO Pledge”, lanzada en 2021 por la Unión Europea y Estados Unidos. Su objetivo es reducir estas emisiones en un 30% entre 2020 y 2030. Entre las cuales las de Azerbaiyán, anfitrión de la próxima COP29, y Turkmenistán, que ostenta el récord mundial de fugas de metano según la AIE.
Hay que tener en cuenta también las iniciativas individuales. Como en noviembre, cuando China presentó un plan para controlar sus emisiones de metano, sin fijar objetivos de reducción cuantificados. O el plan anunciado por Estados Unidos con el objetivo de reducir las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas. Los gigantes del petróleo y el gas también han formulado sus propios compromisos, por ejemplo con la Iniciativa Climática del Petróleo y el Gas (OGCI), cuyo objetivo es lograr cero emisiones de sus activos para 2030.
“Si todas estas promesas se cumplen perfectamente y a tiempo, se reducirían las emisiones en aproximadamente un 50% de aquí a 2030”, según Christophe McGlade. Sólo que estos nuevos compromisos “aún no han sido respaldados por planes detallados”, según el analista.
Para Tim Gould, “2024 podría marcar un punto de inflexión”, porque “se empiezan a implementar políticas, se establece una mayor transparencia, la concienciación se generaliza y tenemos una mejor capacidad de detectar fugas importantes” para detenerlas. Así, que el metano está en el punto de mira. Fuente: La Tribune, con AFP, El Periódico de la Energía.
Desarrollo sostenible
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