Las acerías vascas se reinventan y apuestan por el hidrógeno y la automoción
Las acerías vascas se reinventan ante la crisis energética, con el inicio de un proceso general de inversión. Las empreas salen de la crisis de la Covid decididas a abrir su horizonte para mirar a una producción más especializada, más alejados de su sector consumidor tradicional, oil&gas, y con productos con mayor resistencia a la presión, la corrosión y la temperatura.
La siderurgia apuesta ahora por producir menos volumen pero enfocarse en productos especializados o de más resistencia para optar a renovables y afianzar clientes que demandan acero especial, como el hidrógeno y la automoción.
Las acerías vascas se reinventan: El País Vasco es un «polo de excelencia» en el campo siderúrgico, como reconoce Bruselas, con una docena de empresas líderes, entre las que están algunas de las grandes acerías. La siderurgia es sin duda una de las industrias más tradicionales del territorio, y ha tenido que reinventarse para sobrevivir a la competencia china en primer lugar y, para hacer frente a la crisis energética y capear los altos costes eléctricos actuales. Otro de los datos significativos de la nueva tendencia del acero vasco, como señala la publicación Crónica Vasca es que casi todos los grandes grupos del sector forman parte del consorcio integrado en la creación del Corredor Vasco del Hidrógeno.
El Hidrógeno, elemento tractor
En los últimos veinte años se ha puesto sobre la mesa repetidamente la conveniencia de una fusión de empresas que consolide al sector, una estrategia que por ahora no ha cuajado. La estrategia de las empresas pasa por abrir sus miras a un producto más especializado: Prevén hacer menos toneladas, pero de mayor calidad calidad, como resume Jesús Esmoris, el CEO de Tubacex. Este fabricante de tubos ubicado en Llodio prevé reducir la dependencia del oil&gas, su negocio de siempre, que representaba hasta hace muy poco el 80% de sus ventas, para encarar nuevos retos tanto en el ámbito energético, especialmente el hidrógeno, así como en otros sectores. La compañía ya mantiene presencia en el sector aeronáutico, para el que fabrica tubos de alta resistencia para los motores de avión, así como en alimentación, farmacéutica y automoción.
La compañía ha vuelto a los beneficios tras reducir un 25% su plantilla y afrontar el plan estratégico que le permitirá facturar más de 1.000 millones de euros en tres años, el doble que actualmente.
Por su parte, y ante el escenario complicado que maneja el oil&gas, otro gran fabricante vasco de tubos, Tubos Reunidos, contempla un proceso similar de reinvención e innovación. La calidad de los productos supone básicamente la mayor resistencia a la presión, la corrosión y la temperatura, pero también maneja aspectos como el peso. En este constexto, las tuberas se ven obligadas a innovar para ofrecer productos punteros que puedan ofertar a las nuevas fuentes de energía, como es el caso del hidrógeno. De esta manera, no resulta casual que grandes grupos como Arcelor Mittal, Sidenor, Nervacero, Tubacex y Tubos Reunidos formen parte de la Asociación del Corredor Vasco del Hidrógeno desde su origen, el gran proyecto vasco de la industria energética en pleno desarrollo. Esto es así, porque claramente el hidrógeno es un combustible que requiere de materiales específicos para su almacenamiento y transporte, lo que conlleva una oportunidad para los fabricantes de tuberías.
Tubos Reunidos anunció recientemente un plan estratégico para los próximos cinco años, durante los cuals desarrollará cuantiosas inversiones, tras recibir 113 millones del Estado para desarrollar nuevos materiales y orientarse a las renovables. Con este objetivo concentrará en una única planta de acero en Amurio sus inversiones en nuevas tecnologías, lo que supone el cierre de la actual acería de Sestado, mientras que la antigua Productos Tubulares está dirigida a la fabricación con nuevos materiales.
Automoción, piezas más resistentes
A su vez, Sidenor ha finalizado el pasado año una inversión en innovación tecnológica en su planta de Basauri por valor de 130 años, completando un programa de cinco años. Esta nueva etapa se ha focalidado en reforzar la unidad de I+D, una de las prioridades de la empresa, muy presente en la industria de automoción, que demanda piezas pequeñas muy resistentes, en las que no hay competencia china.
También Arcelor Mittal, a su vez, reorientó su producción a este sector en su nuevo proyecto de la ACB en Sestao, tras una larga parada. Gracias a un nuevo centro de investigación, la factoría se orientó hacia aceros de mayor resistencia para hacerse un hueco en la automoción.
En cuanto a las factorías vascas del Grupo Celsa, Nervacero y Celsa Atlantic (antiguamente Laminaciones Arregui), esperan su turno para acceder el rescate de la SEPI, que cuenta con un fondo de 550 millones de euros, para acometer nuevas inversiones en tecnología que hagan más competitiva su actividad, abaratando procesos y accediendo así a nuevos clientes. La presencia del grupo en varios proyectos ligados al hidrógeno, apunta a que la compañía tiene en mente este objetivo de participar en los proyectos que conlleva las fuentes de energía renovables. Actualmente, nervacero fabrica productos corrugados para la construcción y Celsa Atlantic, tubos de acero soldado.
Finalmente, la acería Olarra de Loiu afronta asimismo esta misma transición hacia aceros inoxidables de alta gama. La compañía, integrada en el grupo italiano Rodacciai, ha sobrellevado la pandemia sin contratiempos a pesar de los altos costes eléctrico.
Aportaciones de Reinva en oil&gas
Reinva colabora con la la industria química, petroquímica y de gas, con soluciones adptadas a las necesidades del cliente, desde la fase de ingeniería, a la instalación y puesta en marchay el servicio de mantenimiento de las instalaciones térmicas. Las aportaciones de Reinva cubren las distintas fases de producción, ya que la generación de vapor y agua caliente se utilizan en un buen número de procesos de exploración, producción y refino.
En el ámbito del hidrógeno, Reinva se ocupa de implantar sistemas de combustión de hidrógeno que operan con este combustible o bien con una mezcla de combustibles, según las necesidades de sus clientes. La combustión directa del hidrógeno se utilizará previsiblemente en el futuro próximo en los procesos industriales, como acerías y fundiciones, que requieren temperaturas muy altas u otras características específicas. Desde el punto de vista técnico, los primeros retos a los que se enfrenta la industria en sus sistemas de combustión para la utilización del hidrógeno se producen en válvulas y tuberías que deberán dimensionarse, en los casos de blending con un porcentaje de hidrógeno inferior al 20% sobre el total, así como las modificaciones realizadas en los propios equipos, que deberán ajustarse de forma técnica a las características de este combustible sostenible.